
Uno de los mitos más frecuentes es que se necesitan equipos extremadamente costosos para competir. La realidad es que no hace falta tener lo mejor del mercado, sino lo adecuado.
La clave es priorizar la estabilidad del sistema y la ergonomía: una silla cómoda, buena postura y una correcta iluminación también influyen en el rendimiento.
Entrenar para los esports no se trata solo de “jugar muchas horas". Como en cualquier disciplina, importa la calidad del entrenamiento.
La disciplina, sumada a la constancia, suele marcar la diferencia entre un jugador casual y uno competitivo.
Empezar solo es posible, pero integrarse a una comunidad o un equipo acelera el aprendizaje.

